martes, 28 de octubre de 2008

Por qué me siento tan mal si no estoy enferma, sólo estoy c***** de la cabeza.

Siempre fue un enigma tratar de entender por qué cuando las personas cometen errores, y hay una contraparte que les hace ver aquel error, la persona (si realmente repara en el hecho de que cometió el error) se "siente mal".
En realidad en esa frase "se siente mal" hay una desviación del lenguaje. El sentirse mal es una frase aplicable a casi todo, teniendo en cuenta que sirve tanto para enfermedades como para estados anímicos. Aunque al final, los problemas anímicos terminan repercutiendo en el estado fisiológico global del individuo.

Y mientras más pesa ese sentimiento de culpabilidad, inquietud, rabia, tristeza o lo que sea, el individuo empieza a generar y expresar síntomas asociados a alguna patología (fisica o mental). No es raro que cuando nos despachan a la casa, nos culpan de algo, nos recriminan o nos echan del trabajo, la sensación corporal es equivalente a que hubiera pasado una avalancha sobre nosotros, arrastrando toda posibilidad de mirar un futuro auspicioso. Algunos se recuperan - después de días, con ayuda de fármacos, o de terapias sicológicas, o un(a) buen(a) amigo(a) que te escuche decir 400 veces lo mismo -, pero hay otros que no.

Y es que la verdadera razón es un asunto meramente avocado a señales. Señales internas, neurotransmisores, hormonas, cascadas, activadas o desactivadas, que nos mantienen en un estado a veces caótico. Serotonina secretada a mares, esa sensación de desgano, lo que no nos deja continuar, lo único que ocupa nuestra mente es la búsqueda de "por qués" que expliquen nuestra desidia y no solucionar el problema.

Volver a levantarse es difícil. Pero depende de quien sea y de cómo esté su genética.
Hay gente que dice que los sentimientos no curan, pero quien sabe si en verdad, deje de ser científica y empiece a ver el efecto de una sanación tan fidedigna como la entrega de un sentimiento a alguien que carece de él... Y es precisamente, el vacío en algo esencial lo que hace que nos "sintamos mal" del alma...

Por eso a veces recuerdo a mi abuelo cuando decía: "No hay enfermedades... sólo enfermos...", claro que depende de qué...
La baja de defensas gatillada por una depresión o stress puede llegar a desarrollar cáncer. Puede inducirte a cometer algun acto impensado.

Como el acto impensado de querer recuperar lo perdido.

viernes, 20 de junio de 2008

Ojos que no ven... traición que se siente. (1)

Hay un sabio adagio que dice que lo "esencial es invisible a los ojos". Quizás hay algo de cierto en ello, que hay cosas que ocurren bajo la mesa y que no sabemos, aunque lo presentimos de alguna manera.

Esa mañana del año 1999, en la víspera universitaria del cambio del milenio, una mañana de octubre soleada y tibia, algo extraño en el ambiente me decía que sucedería un fenómeno que me rehusaba a volver a sentir. Nunca supe cuál era hasta que mis amigos me invitaron a un evento. Después de una noche en vela - una de las tantas noches pegada al teléfono con mi amiga y sus eternos problemas -, una noche de relajo no andaría mal. Nos pusimos de acuerdo para juntarnos en casa de mi amiga y quedamos de vernos.

Aquella noche llegué al departamento alquilado por mi amiga un poco antes de lo pactado. Cosas del tráfico. Cosas del fútbol. Cosas de la vida. Cosas. Y ahí comenzarían los deja vu. El primero: me contesta el citófono la voz de un varón - un varón conocido... Segundo deja vu: me abre la puerta ese hombre... Tercer deja vu: nada que hablar...

domingo, 9 de marzo de 2008

No tengo nada contra ti.

Eres tú, soy yo, no sé...
Algo ha cambiado con el tiempo, y sí, soy yo quien ha cambiado también. No puedo pensar lo mismo que hace 4 años.
Hace 4 años, un día, lloré en un asiento de la universidad, porque me di cuenta, después de vanos intentos, que no había solución para la situación, y que , con el dolor de mi corazón y aún sin desearlo, pronuncié las palabras que jamás pensé decir: "Tú yo no podemos ser amigas bajo ninguna circunstancia."

Y tenía razón. Aunque lloré por eso, porque me negaba a creer que iba a decir algo así en mi vida, cuando siempre fui yo la abandonada a la circunstancia. Hoy, casi 4 años después de ese episodio, pienso que fue lo mejor, aunque nunca sabré qué hubiera sucedido si me hubiera empecinado en intentar seguir siendo tu amiga.

Hoy me siento bien. Siento que para ser la primera vez que decidía algo por salud mental de ambas, fue adecuado en ese instante, antes que nos hiciéramos más daño del que ya nos habíamos hecho mutuamente. Fue bueno bajar los brazos, porque sino hubiera llegado a odiarte... cosa que nunca logré hacer. Gracias a eso decidí no confiar mi vida a una amiga, aunque el destino prontamente haría de las suyas y me pondría en el camino a otra amiga que sí supo apreciar lo que le brindaba.

A ti, sí, a ti, que algún día te creíste mi amiga y yo también me lo creí, hoy te disculpo de todo lo que alguna vez te culpé. Ya no tengo nada que perder, sino que ganar, y con resentimientos y odio al pasado no se puede avanzar.

Yo te disculpo, y que Dios te perdone...